lunes, 3 de junio de 2013

ARTÍCULO | El valor de decir que no




Una de las dificultades más importantes a la hora de aplicar los límites en la familia es el miedo que surge cuando hay que decir que no a alguna demanda de los niños. Lo que se teme en concreto es no saber controlar la reacción que pueda tener el niño ante la negativa.

Para mantener los límites de forma consecuente, en muchas ocasiones los padres tienen que decir que no, y no ceder a las exigencias de sus hijos. No hay que sentirse culpables. No es una catástrofe; más bien al contrario: las negativas ayudan a los niños a madurar y crecer.
Además encierran un aprendizaje muy importante para cuando sean adultos, porque la realidad es que no siempre las cosas saldrán como ellos quieren, sino que tendrán que enfrentarse a muchas frustraciones. La tolerancia a la frustración se aprende en la infancia, cuando los padres dicen "no" y lo mantiene. SI un niño no cocne el no del adulto, le costará mucho más hacer frente a la adversidad o lo hará de forma poco adecuada, y con más posibilidades de reaccionar de manera ansiosa, depresiva o agresiva.

Reflexiones sobre el no

  • El no, cuando es justo, no culpabiliza a quien lo dice, educa a quien lo escucha. 
  • Un no dicho con convicción y énfasis no tolera ninguna contradicción por parte del niño. Un no poco creíble carece de valor. 
  • Decir "no" a todos aquello que pide el niño es reprimir su iniciativa y no permite desarrollar la autonomía necesaria para su edad. 
FUENTE | El manual de Supernanny, Ed: El Pais, 2007

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